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May 30, 2015 fenomenosocial El humorónico 0
A ningún empresario mínimamente coherente se le ocurriría colgar un cartel en la puerta de su negocio con el mensaje: “Robar está permitido”. Y como clientes lo aceptamos, prueba de ello es que el que quiere robar intenta que no le vean, evidenciando de este modo que conoce la norma.
Como empleados no lo tenemos tan claro. Cuando nos ponemos el “uniforme” notamos enseguida el peso del poder y como éste nos corrompe. La clase política española no es una excepción, simplemente tienen acceso a mayores y mejores bienes que un paquete de folios, sobras de comida, productos de limpieza o llamadas gratis desde la oficina.
Y esto ha sido así siempre, y lo hemos aceptado con relativa calma y complacencia porque todos hemos sido juez y parte en esta tragicomedia. Lo que ahora no se puede consentir es que quienes se han llevado la parte más grande del pastel nos acuse a nosotros, pobres ladrones aficionados, de haber hundido el país.
No sé si es más triste pensar que si se lo hubieran montado bien nos habrían podido seguir robando toda la vida o que hayan tenido que ser ellos los que despierten nuestra conciencia.
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