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Jun 04, 2015 fenomenosocial Conductas, Curiosidades, Descubrimientos, Portada mente, PORTADA1, Psicología 0
➡ Alejandro Caballero | Sociólogo y estudiantes de psicología|2014
En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década.
Estas neuronas se localizan en el área de broca y en la corteza parietal y se activan cuando un animal (monos y aves) o persona ejecuta una acción y, sobre todo, y lo más importante de dicho descubrimiento, cuando observa esa misma acción al ser ejecutada por otro individuo.
Además, tiene una doble importancia desde el punto de vista filosófico o religioso; 1. La desmitificación de que alma y el cuerpo están separadas, 2. Y que la razón no puede ser entendida sin la emoción, o la inversa, porque ambas son la misma cosa.
Marco Lacoboni, Neurocientífico, profesor e investigador de la Universidad de Los Angeles, es uno de los neurocientíficos que ha dilucidado, de esta manera, por qué las mentes de los individuos pueden llegar a conectarse, y todo sin ningún tipo de brujería o magia, con el sistema de neuronas espejos.
Además, el descubrimiento neurocientífico en sí, ha dado un vuelco extraordinario a cómo debemos entender el cerebro y su funciones. Y no sólo porque se ha descubierto dónde se halla exactamente la ubicación de lo que hoy en día aún podemos considerar y entender – de manera romántica- “el corazón” (la empatía), sino que, además, sabemos que esas neuronas están relacionadas con otras zonas del cerebro, que se retroalimentan con otras áreas o compartimentos con sus funciones específicas, entre otras como; el control motor, la visión, escuchar, razonar… y sus relaciones entre ellas.
El experimento en sí, se realizó con primates, y consistió en supervisar la actividad neuronal – mediante técnicas de neuroimagen- de un sujeto mientras observaba a otro en movimiento. Se pudo percibir que la actividad neuronal del observador era justo la misma y en las mismas áreas que el sujeto en movimiento (el área motora), a pesar de que el sujeto observador se mantuviera inmóvil.
Este experimento, entre otros tantos, no sólo reafirma la Teoría del Aprendizaje Social u Observacional elaborado por el Psicólogo Norteamericano Julian Rotter (1916-2014), sino que le da relevancia científica a la Sociología (imitación influencia e injerencia del grupo social ). Es decir, que el ser humano no ha nacido sólo para comprenderse a sí mismo y sobrevivir, sino también a los de su misma especie, como una propia extensión de su “Ello” porque es vivido plenamente en su propio “Yo”, y adquirir así, esa transmisión de conocimientos que le van a permitir sobrevivir tanto en cuanto sea parte de un grupo humano.
Esta disonancia la padecemos todos -algunos más que otros- y podría ser la explicación científica para entender cómo se construyen las creencias desde el punto de vista psicológico, y sobre todo, que función y papel juega en nuestra psicología y en nuestra vida cotidiana en interacción con los demás.
Ya sabemos que somos animales empáticos de manera innata (Neuronas espejos), pero también sabemos que cada día se producen en nuestra sociedad conductas desviadas o ciertas actitudes que va más allá de la inmoralidad, que contradicen a las normas sociales o culturales de las que estamos impregnados.
¿Por qué?.
Apartando las posibles injerencias de ciertas psicopatologías con respecto a las conductas desviadas, posiblemente el por qué de la gran mayoría de este tipo de conductas provienen de las creencias que construye o de las que se abastece el individuo : identidad, religión, cultura e ideología, subjetivándolas a partir de sus realidades particulares….
> Como ejemplo de ello, y para no entrometernos demasiado en las diferentes ideologías o religiones, es muy usual encontrarse con “microcreencias” reconvertidas en frases hechas, casi como un refranero popular, de las que cada día se abastecen cada vez más personas cuando se va a realizar o se ha realizado una conducta desviada, prohibiendo así la crítica, la autocrítica y hasta el propio aprendizaje.
Entre otras tantas frases destacamos sólo algunas, como por ejemplo; <<Aléjate de las personas complejas y de las cosas que te hacen sufrir>>, <<No, ahora voy yo a ser el único tonto, si todo el mundo lo hace>>, o <<Yo soy así, y el que me quiera querer que me quiera así como soy>>.
Pues bien, estas frases son construidas para intentar explicar o racionalizar la disonancia que se produce sobre lo que se hace (conducta o actitud egoísta o interesada) y lo que se piensa de uno mismo (creerse buena persona que mira por la comunidad, su familia, amistades, etc).
Esta “defensa psicológica” trata justo de restringir la empatía innata, es decir, no sentirnos mal por las consecuencias que van a sufrir otros por nuestras decisiones o conductas, buscando por todos los medios, “razones” (mediadas por creencias ilusorias) que la justifiquen.
> Otro ejemplo, que desgraciadamente es de ferviente actualidad, es cómo cada persona está entendiendo o cómo está sobrellevando la crisis económica reinante. Es muy usual, por ejemplo, que las personas que ostentan una buena posición social y económica, y entendiendo que son personas éticas, morales y justas, necesiten de nuevas creencias que legitimen esa posición que ostentan y que está tan diferenciada de la norma general. Estas personas, evidentemente, exponen una serie de argumentos, que convincentes o no, a ellos les sirve para evitar la tensión o disonancia generada por estas contradicciones (desigualdades sociales crecientes), como, por ejemplo; <<las personas que lo están pasando mal será porque no serán personas luchadoras o ambiciosas>>, quitándole validez e importancia, por tanto, a las causas económicas y políticas externas que han generado la crisis generalizada, justo las mismas que éstos mismos han concebido o defienden.
> No obstante, hay varias maneras de resolver la disonancia en la que el sujeto está inmerso:
1. Cambiar su creencia original.
2. Cambiar su conducta.
3. Añadir nuevos elementos cognitivos.
> Un ejemplo con el que podemos resumir las maneras de resolver la disonancia, sería con otro tema de actualidad, Las Elecciones políticas a las diferentes instituciones del Estado:
Imaginemos que somos afines a un partido político, sin embargo, nos gusta más el programa del partido de la oposición. Lo más probable es que terminemos votando a nuestro partido político, resolviendo nuestra disonancia convenciéndonos de que << el programa de nuestro partido, al final, tampoco es tan malo>> (cambio creencia original). También podríamos –muy usual, por otra parte- descalificar los contenidos del programa de la oposición (añadir nuevos elementos cognitivos). Otra posibilidad sería votar al partido de la oposición o a otro que intermedia entre ambos (Cambio de conducta).
Por tanto, parece ser que existe , también, una tendencia natural en el ser humano a sentir que nuestras conductas, nuestras emociones y pensamientos son afines entre sí, y que tenemos la necesidad no sólo de convencer a los demás de ello, sino de auto-convencernos, e incluso intentando racionalizar algo que es incierto o totalmente falso a priori.
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